Las ampollas en los pies pueden resultar muy molestas, especialmente cuando están sometidas a una fricción constante lo que hace que puedan llegar a ser muy dolorosas. Entender por qué aparecen, cómo prevenirlas y especialmente cómo curar ampollas en los pies, es básico para atender esta condición y hacer que deje de ser una molestia lo antes posible.
Sigue leyendo, porque en Scholl te lo explicamos con detalle.
Las ampollas son bolsas de piel que se crean entre las capas más superficiales de esta y el tejido subyacente, estas bolsas se llenan de líquido y tienen una textura blanda. Aparecen como un mecanismo de protección natural del cuerpo cuando un área de la piel se lesiona, ayudando a que la zona afectada se cure.
Los síntomas habituales de las ampollas son: hinchazón y enrojecimiento de la zona, dolor por presión, dificultad al andar, separación de parte de la piel, formación de una pequeña bolsa de líquido o incluso un leve sangrado. Este último síntoma es una consecuencia del daño sufrido por los vasos sanguíneos de la ampolla, lo que produce aún más dolor.
Las ampollas de los pies son como cojines que protegen las capas inferiores de la piel. En el caso de las ampollas en los pies, la causa más común por la que aparecen suele ser un roce intenso y continuo de la piel del pie contra el zapato, como lo que ocurre por ejemplo cuando estrenamos zapatos. Cuando los mismos están sin usar y aún están rígidos, la fricción constante puede ocasionar ampollas, pero otras situaciones, como por ejemplo caminar largas distancias con los mismos zapatos durante muchos días seguidos o estar mucho tiempo de pie, también pueden producirlas.
En ocasiones, estas bolsas pueden surgir por la exposición a sustancias químicas o incluso infecciones.
Las ampollas en los pies pueden aparecer fácilmente, pero por suerte es sencillo prevenirlas, solo hay que abordar las causas subyacentes. La medida más evidente es usar calzado que se ajuste bien a tus pies, elaborado con materiales flexibles que garantice la comodidad. Si en tu día a día debes recorrer largas distancias andando o pasar mucho tiempo de pie, es importante alternar tu calzado, evitando usar siempre el mismo para reducir la posibilidad de ampollas. También es recomendable no estrenar zapatos en aquellas ocasiones en las que sabes que tendrás que caminar mucho.
Si las ampollas aparecen como una reacción alérgica a algún producto cosmético, como talco, loción o jabón, deja de utilizar ese producto inmediatamente. Parece obvio, pero a veces no es fácil descubrir la causa real de las ampollas, si son una reacción a una afección médica, consulta a un médico para definir el mejor tratamiento.
Aunque pueden llegar a ser muy dolorosas, las ampollas suelen ser un problema menor y fácil de curar. Lo primero es reducir la fricción y la presión sobre la piel afectada, ya que esta debe permanecer intacta. Así que, antes que nada, deja de usar el calzado que ha provocado las ampollas hasta que estas se hayan curado por completo.
Para proteger el proceso de curación, es recomendable cubrir la zona con un apósito anti-ampollas, como el de la gama Scholl, que ofrece una protección avanzada para las ampollas gracias a la tecnología Hydra-Guard TM, protegiendo la zona y aliviando instantáneamente el dolor.
Cumple con la normativa de productos sanitarios.
Lo más recomendable es no reventar la ampolla con el fin de evitar infecciones, sin embargo, en aquellos casos en los que la lesión genera muchas molestias, es posible drenar el líquido tomando algunas previsiones.
Antes que nada, deberás lavarte las manos. Limpia la zona de la ampolla con agua oxigenada, luego usa una aguja limpia y previamente desinfectada y realiza un pequeño orificio por el que se drene el líquido de forma segura. Una vez drenado, aplica un producto antiséptico sobre un algodón para limpiar la ampolla.
Deberás asegurarte de que se drena todo el líquido. Después, te recomendamos limpiar la zona con agua oxigenada, a continuación, cubre la ampolla con un apósito para protegerla y evitar posibles roces, pero retíralo por la noche para que la piel pueda secarse.
Realiza una limpieza diaria de la ampolla y aplica una pomada antibacteriana. A partir de aquí solo tendrás esperar a que la misma se cure. Controla la zona afectada hasta que esté sana para evitar que se infecte, pero en el caso de que se produzca una infección, consulta a un médico lo antes posible.