Aunque parezca difícil sudar en temporada invernal, lo cierto es que es no es extraño que los pies sí sean propensos a la sudoración en esta época del año.
Pero, te preguntarás: ¿por qué me sudan los pies en invierno? Esta condición se debe a que, precisamente como protección contra el frío y la lluvia, se utiliza un calzado muy abrigado o impermeable, que está confeccionado con materiales que no permiten una transpiración adecuada del pie.
Las botas de invierno, el calzado diseñado para la lluvia o los calcetines muy gruesos, pero, también, elementos ambientales como la calefacción, se encuentran entre los factores que incrementan las posibilidades del sudor de los pies en invierno, situación que se agrava debido a que estos cuentan con un elevado número de glándulas sudoríparas.
Por otra parte, en determinadas épocas de la vida, como la pubertad y la adolescencia, hay una mayor propensión a sudar, como consecuencia de los cambios hormonales que se producen. El sudor en los pies es un problema común que puede generar condiciones molestas, como el mal olor en los pies, pues la humedad propicia la formación de bacterias y hongos que, al descomponerse, ocasionan mal olor.
De hecho, se estima que 45% de la población sufre de mal olor en los pies, por ello atender y controlar la causa de la sudoración será indispensable para evitar esta molestia. El control del sudor de los pies en invierno y de su mal olor pasa por la adopción de todas las medidas que favorezcan la transpiración de los pies y nos ayuden a evitar un exceso de humedad.
Una vez que entiendes por qué te sudan tanto los pies, incluso en la época más fría del año, puedes seguir las recomendaciones a continuación, que tienen como objetivo mantener la salud del pie y evitar los problemas de sudoración y mal olor.
El tejido con el que se confeccionan los calcetines es esencial para el control de la sudoración, ya que de ellos depende la transpiración adecuada del pie.
El algodón es un ejemplo de material que se puede utilizar durante todo el año con comodidad. Además, en invierno también puedes recurrir a los calcetines de lana.
Al contrario, los tejidos sintéticos se asocian a un aumento excesivo de la temperatura de los pies, lo que propicia el sudor y la retención de humedad. Además de atender a la composición de los calcetines, es importante que te los cambies cada día y siempre que los notes algo mojados por sudor.
Es fundamental que te fijes en el material del que están hechos tus zapatos y des prioridad siempre a los productos naturales frente a los sintéticos o los plásticos. Estos últimos no permiten la transpiración imprescindible para el pie, por ello no se recomienda su uso, al menos durante muchas horas seguidas.
Por otra parte, no conviene que permanezcas con los zapatos mojados y, si es posible, no los lleves puestos durante todo el día. Además, aunque parezca evidente, no está de más recordar la necesidad de calzar siempre unos zapatos de talla adecuada, que te resulten cómodos y que se adapten a la climatología y a la actividad que vas a realizar. Ten en cuenta que un pie apretado tiene más posibilidades de sudar.
Por último, si recurres a las plantillas, asegúrate de que también permitan la transpiración. La gama de plantillas de uso diario, deportivas y profesionales de Scholl eliminan el olor y absorben el sudor, por lo que son una buena alternativa para aportar una como0didad extra ayudando a controlar el sudor de los pies en invierno y verano.
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El desodorante Scholl Fresh Step Frescor Duradero está especialmente formulado para esta parte del cuerpo y te ayudará a combatir el sudor en los pies.
Ofrece una protección antitranspirante de hasta 24 horas, elimina el olor al instante y proporciona una agradable sensación de frescor. Además, reduce la humedad gracias a su acción secante.
Además, y con la finalidad de combatir también el mal olor en tu calzado, puedes optar por un producto adecuado también para los zapatos. Los Polvos 2 en 1 para pies y calzado de Scholl están desarrollados con la fórmula Tri-Active, que protege los pies del mal olor y la sudoración durante 24 horas, y puede usarse también en los zapatos deportivos o de uso diario para una mayor protección.
Se recomienda una limpieza diaria de los pies, para lo que puedes usar un jabón neutro. Otro tipo de productos específicos deben ser prescritos por el profesional.
Es importante lavar bien incluso los espacios entre los dedos, además, la higiene correcta incluye el corte de las uñas. En espacios públicos, como piscinas, evita el contacto directo con el suelo y protege tus pies utilizando un calzado apropiado lo cual te ayudará a prevenir la aparición de pie de atleta y hongos en las uñas, así como el contagio de otras condiciones, como las verrugas en los pies.
Que la humedad permanezca en la piel de los pies es un factor de riesgo para la proliferación de microorganismos y el consiguiente mal olor que acaban por desencadenar. Para evitarlo, al salir de la ducha o de la piscina, sécate bien con una toalla, prestando especial atención a las zonas entre los dedos.
Cambiar de calzado con regularidad favorece la salud de los pies y, además, hay que hacerlo siempre que los zapatos que llevemos se mojen. De esta forma permitimos que el calzado que acabamos de usar se ventile y se seque por completo.
Esto es especialmente importante cuando hablamos de calzado deportivo, ya que lo usamos para la realización de actividades intensas que se relacionan con un aumento de la sudoración.
Con los consejos anteriores es posible controlar el sudor en los en invierno, sin embargo existen ciertas condiciones que se relacionan con la producción de una sudoración excesiva en los pies o generalizada y estos casos pueden requerir la ayuda de un especialista. Hablamos de hiperhidrosis o de bromhidrosis.
Hiperhidrosis es el nombre que recibe la sudoración excesiva, que no siempre se relaciona con una causa reconocible, como el calor o la actividad física. La bromhidrosis, por su parte, hace alusión a un mal olor corporal exagerado y anormal, debido a la descomposición que realizan tanto bacterias como levaduras de la secreción de las glándulas sudoríparas, es decir, del sudor, y de los residuos celulares.
Por lo tanto, si crees que es tu caso y la cantidad de sudor que emites sigue siendo elevada o el mal olor no remite a pesar de poner en práctica las medidas anteriormente expuestas, no dudes en acudir a tu médico.